viernes, 5 de noviembre de 2010

El dolor de una palabra


Casi terminando un día perfecto, y es increíble el cambio brusco de estado anímico que puedes sufrir, al ver expulsar una palabra hacia ti, la cuál es fuerte y ofensiva, pero para ser más clara, viendolo desde otra perspectiva, lo que se suma y hace aún más grande ese dolor, es la persona la cuál pronunció aquellas letras, las que al unirse, con el pegamento de la rabia, fueron deletreadas en un compás bajo una lluvia de cenizas. Ardió mi corazón, un desconcierto inmenso que dejó por segundos mi mente en blanco, trate de disimularme a mi misma que estaba bien, que esa palabra sólo rozó por mi cuerpo y luego cayó suavemente como una hoja al suelo, pero fue inevitable que apareciera esa brillito en los ojos, pero esta vez no de emoción como de costumbre, sino que de dolor, de ese que te quema por dentro, y el cuál nadie más que el tiempo sabe sanar. No merecía esa expresión, aún así, rondó por mi cabeza, provocando una desconcentración inmensa de lo que estaba realizando antes de aquel desagradable acontecimiento. Si el autor de la historia sintió dolor por su expresión totalmente errónea,imaginense nada más el sufrimiento que lleva dentro la persona a la cuál fue dirigida. Increíble que una sola palabra puede borrar automáticamente la sonrisa que dibuja constantemente la cara, sólo por no ser pensaba antes de haber sido expulsada.